A Story of Struggle, Hope, and Compassion
By Jesús Romero
Director of ELIM
Érica (not her real name) came to our ELIM offices seeking help with her immigration case. As the wife of a U.S. citizen, she was eligible to apply for a permanent resident card. Because she had entered the country legally, the process was simpler: She could complete it without leaving the United States to go through the American embassy in Peru.
Érica received her residency, but since her marriage was less than two years old, it was granted on a conditional basis. Two years later, she returned to our office for assistance in removing the conditions on her residency. This is a normal step for couples where one spouse petitions for the other. Once conditions are lifted, the immigrant spouse receives a ten-year permanent resident card.
Sadly, when Érica walked into our office that day, it was clear something was wrong. She looked as though she had been crying, and soon after we began speaking, she broke down in tears.
Her husband had fallen into drug use, and home life had become unbearable. He did not hit her, but he insulted her verbally and threatened not to sign the petition to remove the conditions on her residency—hoping this would lead to her deportation.
Érica was distraught, convinced she had no options. But after hearing her out, we explained that even if her husband refused to sign, she could continue the process on her own. It was then that we saw, for the first time, a look of relief on her face.
At ELIM, we are accustomed to seeing immigrants arrive carrying pain and tears. A meeting with us offers not only legal guidance, but also a listening ear—and one that listens with compassion.
Each time we witness tears shed in our offices, we are reminded of the words of Jesus in Luke 6:31–36: “Do to others as you would have them do to you… Be compassionate, just as your Father is compassionate.”
Before Érica left, after agreeing on the next steps, we asked if we could pray for her and her marriage. She readily agreed. As she walked out, we saw a measure of peace brighten her face.
This has been a difficult year for immigrants. The system has pressed hard against them regardless of whether they have a criminal record or whether legal relief is available. Their most visible emotion is fear: fear of being detained, imprisoned, and deported.
On top of that, many also endure the heartbreak of broken relationships. Helping them under such circumstances requires great sensitivity. In these times, when empathy feels like a fading virtue, the best antidote is compassion and mercy.
At ELIM, compassion and empathy, accompanied by mercy, are the hallmarks of our work. Without them, a true human connection, the kind that allows us to give immigrants the help they so urgently need, would be impossible.
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La compasión es el sello de la casa
Érica vino a nuestras oficinas en ELIM para pedir ayuda con su trámite migratorio. Como esposa de un ciudadano de los Estados Unidos, era elegible para recibir su tarjeta de residente permanente legal. Érica tenía entrada legal al país, lo que facilitaba mucho las cosas, pues le permitiría hacer todo el trámite sin tener que salir del país y arreglarlo en la embajada norteamericana en Perú.
Érica obtuvo su residencia, pero como su matrimonio tenía menos de dos años, la obtuvo solo de forma condicional. Dos años después, regresó a la oficina para que la ayudáramos a pedir la remoción de las condiciones de su residencia. Este es el proceso normal para todas las parejas en las que uno de los cónyuges pide los papeles del otro. Una vez levantadas las condiciones de residencia, el cónyuge inmigrante obtiene su residencia permanente legal válida por diez años.
Desgraciadamente, cuando Érica llegó a la oficina pudimos ver que algo no andaba bien. Érica parecía haber llorado antes de venir con nosotros, y una vez que nos sentamos a conversar con ella, rompió en llanto.
Su esposo había caído en las drogas y su situación familiar se había vuelto un infierno. Él no la golpeaba, pero sí la insultaba verbalmente, y la amenazaba con no firmar la solicitud de remoción de condiciones para que así la deportaran a su país.
Ella venía deshecha porque pensaba que su situación migratoria no tenía solución, pero después de escucharla, comenzamos a explicarle que si su esposo no quería firmar la solicitud de remoción de condiciones, ella podía continuar con el proceso por su cuenta.
Y fue ahí que por fin pudimos ver una expresión de alivio.
En ELIM estamos acostumbrados a ver a los inmigrantes experimentar dolor y soltar muchas lágrimas. Una cita con nosotros es garantía de consejo legal, pero también es el compromiso de que nuestro oído está presto para escuchar, y escuchar con compasión.
Cada vez que vemos lágrimas correr en nuestras oficinas, recordamos las palabras de Jesús en Lucas 6:31-36: “Traten a los demás como quieren que los traten a ustedes. [...] Ustedes deben ser compasivos con todas las personas, así como Dios, su Padre, es compasivo con todos”.
Antes de que Érica saliera de la oficina, y tras ponernos de acuerdo sobre los siguientes pasos, le pedimos permiso para orar por ella y su matrimonio, a lo que accedió fácilmente. Al salir y despedirse de nosotros, pudimos ver algo de alivio en su rostro.
Este año ha sido muy difícil para los inmigrantes. El sistema ha arremetido duro contra ellos, independientemente de que sean criminales o no, de que tengan alivio legal a su alcance o no, el sentimiento más visible en ellos es el del temor a ser detenidos, encarcelados y deportados.
Encima de esto, muchos pasan por el sufrimiento del quebrantamiento de las relaciones humanas. Ayudarles en estas circunstancias requiere de mucha sensibilidad. Es por eso que en estos tiempos en que la empatía parece ser una virtud en peligro de extinción, el antídoto más adecuado es la compasión y la misericordia.
La compasión y la empatía, acompañadas de entrañable misericordia, son el sello de la casa en ELIM. Sin ellas nos es imposible hacer el contacto humano que nos permita ayudar a los inmigrantes que vienen a nosotros como Dios lo espera.